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ÁFRICA

Actualizado: 30 dic 2017

Un continente repleto de originarias culturas, y sobre todo, la cuna de la humanidad.


Donde hoy en día la civilización ha llegado a prácticamente a todos los rincones del planeta.

Donde viendo algo que, hasta el momento no habrán visto vuestros ojos jamás: la vida salvaje en todo su esplendor.



LOS HIMBA


Visitamos un poblado himba situado en Namibia.

Los himba tan sólo llevan viviendo en la zona noroeste de Namibia desde hace 200 años. Tras perder en numerosas batallas a lo largo de los siglos XVIII y XIX, fue a finales de este cuando comenzaron a tener cierto éxito, reunieron un grupo de vacas y cabras y emigraron a la zona donde hoy día están instalados.

Se trata de las pocas tribus africanas que aún hoy mantienen su cultura como antiguamente. Viven básicamente de la ganadería. De hecho, para el hombre himba, sus vacas son de las cosas más importantes en su vida. Son símbolo de estatus y de identidad.


Las mujeres himba dedican su tiempo al cuidado de la familia y de la tribu. Viven en chozas de paja con forma redonda afianzadas gracias a los excrementos de sus propias vacas. Con sus pieles se visten. Con su manteca se pintan la piel. Esta gente, sin su ganado, no serían nada.


Cada mañana la mujer himba realiza una serie de rituales para su aseo curiosísimos. Dentro de sus chozas guardan numerosos frascos de barro con diferentes ungüentos. En uno de ellos, el más grande, es donde tienen la mezcla de manteca de vaca y el polvo resultante de machacar una piedras rojizas. Con esto es con lo que cada mañana se untan el cuerpo. No sólo les da ese color rojizo típico de las pieles himba, sino que les sirve para protegerlos del sol y de los mosquitos. Con esto untan también sus cabellos dándoles las formas de trenzas, por ejemplo. El peinado de la mujer himba depende de su estatus dentro de la tribu.



Además de la manteca rojiza guardan en crema perfumes que ellos mismos fabrican. Es la manera de neutralizar los olores corporales. Hay que destacar que los himbas jamás se bañan con agua, como todos conocemos, con lo cual el aseo personal se reduce solamente a esto.


De sus vacas también extraen la leche con la que se alimentan en gran parte.

A la hora de hacer la comida, hierven al fuego de las hogueras la leche y la baten hasta lograr una especie de papilla.


Cuando la tribu considera que uno de los niños (siempre varón) ha llegado a la pubertad, celebra un rito. Este consiste en que le extraen, de la forma más salvaje y sin anestesia alguna, los dos dientes incisivos inferiores. Se los arrancan de cuajo. Debe de ser uno de los momentos más desagradables de sus vidas.

Aunque la mayoría de los himba viven en sus chozas manteniendo así sus tradiciones más ancestrales, existe un atisbo de evolución en su historia. Normalmente conviven tres o cuatro poblados cercanos entre los que existe comunicación. Cada uno de ellos tiene su “rey” y su “reina”. De entre todos los niños de esas tribus, unos cuatro o cinco reciben la oportunidad de estudiar en el colegio con el resto de niños no pertenecientes a este tipo de tribus. Se les da la opción de formarse. Algunos de ellos llegan incluso a estudiar una carrera.



LOS HARMER

La carta de presentación de esta etnia no puede ser más sugerente: la historia y el mito remiten, a los hamer , a un pasado glorioso en el cual sus ancestros escogieron su residencia en la cumbre de las montañas. Según la tradición oral, fueron ellos quienes encendieron el primer fuego.


A nivel estético, los hamer se caracterizan por sus peinados, pinturas corporales y complementos. Su combinación refleja el estatus social de cada individuo. Los peinados de los hombres de mayor estatus incluyen casquetes de barro y plumas. Las mujeres llevan el cabello impregnado de barro ocre, faldas de piel y collares. Éste último delata su estado civil: ornamentos de colores vistosos en el caso de las solteras y collar de metal para las casadas.



Una vez los hombres están ornamentados empiezan a producirse unas escenas muy crudas: las mujeres invitan a los hombres -reticentes- a fustigarlas con ramas finas, produciéndoles unas heridas en la espaldas que cicatrizarán dejando unas marcas considerables. Después de hacerlo, ellas muestran una satisfacción masoquista. Escenas que nos remueven el estómago y que se nos hacen difícil de entender, por mucho que nos expliquen que en su cultura este hecho es una muestra del aprecio que la mujer siente hacia los hombres de la familia.



Finalmente, existe un ritual que tiene su punto culminante ya al atardecer, donde es el momento en el que el joven adolescente salta desnudo por encima de una hilera de vacas alienadas una junto a la otra. Familiares y amigos lo animan y lo celebran. Como paso al inicio de la vida adulta. Denominado como “Salto de la Vaca” .



LOS TAMBERMA

El pueblo tamberma también llamados "gloria alfaro", o "tata somba", viven en la región de Kanté, en Togo, al oeste de África y haciendo frontera con Benín.

Maestros del barro, las cañas y las piedras, los Tamberma viven en una sociedad algo ruda en la que las mujeres trabajan muy duro pero en la que no tienen ni voz ni voto, donde la recogida de excrementos de vaca para las paredes de las casas es una tarea reservadas sólo para ellas.


Los Tamberma fuman en pipas de calabaza y subsisten gracias a la agricultura, la caza y la pesca. Entre sus alimentos se incluyen los murciélagos y, en ocasiones hasta los perros, considerados casi una delicatessen. El agua es un tema muy serio para la tribu, se trata de un bien sagrado y escaso con el que no se debe jugar. Cuando los jóvenes se convierten en hombres la tradición dicta que tienen que adentrarse en el bosque sagrado completamente desnudos.


El chamán del poblado es lo más parecido a un médico local, cura a través de sanaciones y para ellas suele necesitar hacer ofrendas y sacrificios, generalmente con animales.




LOS SURI

La tribu Suri es una de las más duras del planeta. Viven en el sudoeste de Etiopía y son considerados la tribu más fiera de la región. A la hora de comer su tradición dicta que el hombre lo haga primero y después, respetando la jerarquía, lo hagan las mujeres y los niños. Algunas mujeres lucen un plato en labios y orejas como símbolo de belleza.


En lo que respecta a sus costumbres alimenticias, la tradición dicta que el hombre coma primero todo lo que pueda y quiera, después y respetando la jerarquía, las mujeres y los niños pueden comer lo que ha quedado.


Los Suri mantienen con orgullo sus tradiciones, entre las que se encuentran los extraordinarios platos –algunos pueden llegar a medir hasta 40 centímetros de diámetro– que lucen las mujeres en los labios y orejas, una vez dilatadas estas zonas del cuerpo. Estos platos reflejan el poder de quien los lleva y les permite obtener una dote matrimonial más importante.


Esta tribu practica la poligamia y son muy sensibles al arte, que muestran en pequeños ornamentos o a través de su cuerpo: les gusta grabar dibujos realizados con cicatrices en su propia piel, llevar pinturas corporales o adornarse con anillos, brazaletes o cinturones, entre otros objetos.


Se dedican principalmente al pastoreo y en menor medida a la agricultura (maíz y sorgo); también acostumbran cazar animales. Elaboran una bebida alcohólica parecida a la cerveza a base de sorgo fermentado.


En 2012 el programa español Perdidos en la tribu del canal Cuatro, seleccionó esta tribu para realizar su tercera temporada en Etiopía.

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